Cuándo y cómo hacer el ingreso escolar
Nos referiremos a continuación a una serie de mitos que no permiten analizar la entrada en la escuela, más allá de los tópicos:
- “Los niños para crecer bien deben estar en contacto con niños”
- “Los niños deben ingresar cuanto antes a la vida escolar, porque se desarrollan mejor”
- “Para entrar a la escuela y ver en qué curso anotarlo sólo hay que pensar cuántos años tiene”
El tema del ingreso escolar debemos abordarlo con mucha seriedad porque a lo largo de nuestra experiencia hemos podido comprobar que la entrada precoz en la escolaridad es un factor de riesgo en los niños adoptados. Pese a ello, muchos maestros y directores de escuela siguen insistiendo en que los niños deben estar cuanto antes en contacto con otros niños. Los padres frente a ello se encuentran entre la espada y la pared.
Si los supuestos expertos y entendidos en el tema no tienen la misma posición, qué hacer. Están, por así decirlo, tironeados entre dos criterios tan dispares como opuestos. Nosotros en nuestra ECAI “Créixer Junts,” señalamos los inconvenientes de una escolarización muy temprana y orientamos en ese sentido, mientras muchas escuelas dicen lo contrario.
España es uno de los países europeos en donde más tempranamente se inicia la escolaridad de los niños y la enseñanza de la pre-lectura y pre-escritura, comenzando en parvulario (con 4 años) mientras que en muchos otros no se inicia antes de los 7 años. Curiosamente, España es uno de los Países de la CE donde el fracaso escolar es mayor.
Consideramos que no por empezar antes se aprende mejor, pero sí podemos decir que ello comporta un plus de sufrimiento para los niños que no alcanzan las metas educativas propuestas. Sus efectos tienen que ver con una merma de autoestima que les lleva a creer que son tontos, que no podrán lograrlo, a sentirse muy exigidos y finalmente a perder entusiasmo por la capacidad de aprender y evitarlo activamente, incluso al precio del refugio en la fantasía, la tan mencionada falta de concentración que es muchas veces un intento de escapar de una realidad frustrante y defenderse en un mundo imaginario.
Cuando los adultos son rígidos y exigentes impiden una buena entrada y adaptación escolar. También suele creerse que la guardería es el paso previo necesario para una escolaridad exitosa. Tal como está organizada la vida laboral en España, es un requisito que responde a las necesidades del mundo laboral adulto, pero no a la necesidad de los niños. Veamos que ocurre en otros países del entorno de la UE o de Europa:
Por mencionar algunos ejemplos:
En Holanda no se envía a guardería a niños menores de tres años más que una o dos mañanas a la semana. En los Países Escandinavos, el ingreso también es más tardío y se enseña a leer a partir de los 7 años, al igual que ocurre en la Federación Rusa, lugar de procedencia de la mayoría de nuestros niños. Según el Informe Pisa, curiosamente Finlandia es el país donde los resultados escolares son los más satisfactorios (con los tiempos que corren también es uno de los países donde se destina más dinero a la educación, a la conciliación de la vida laboral y familiar y a la formación de los docentes, que siguen gozando de reconocimiento social)
Es importante tener en cuanta que la edad cronológica de un niño no es el único indicativo para pensar en el ingreso escolar. Tener 4 años, no es sinónimo de 4 años de madurez emocional, cognitiva y social. Por otra parte, no es lo mismo tener 4 años y cumplirlos en febrero que en diciembre (a esa edad 6 meses, es una diferencia notable)
Hay niños que por distintos factores arrastran un déficit evolutivo. Este es el caso de los menores adoptados internacionalmente. Cuando un niño llega a una familia, ha tenido ya numerosas pérdidas importantes en su vida:
- La vinculación con su madre y su medio familiar
- La permanencia en la maternidad sin su presencia
- La entrada en la Casa Cuna
- La entrada en distintos grupos o el cambio de Institución
- La pérdida de su mundo conocido y la migración
Todas estas pérdidas tienen un efecto negativo en su maduración física, psíquica y emocional y, consecuentemente, en el desarrollo de las distintas áreas de su vida.
Otra consecuencia a señalar en niños que han vivido situaciones de carencia emocional, traumas y abandonos, producto de pérdidas, cambios y separaciones, es la depresión del niño institucionalizado, que afecta a su crecimiento físico y psíquico (convirtiéndose en un factor muy importante en el retraso ponderal y emocional de los niños de institución). Los psicólogos señalan un retraso madurativo de 3 meses aproximadamente por cada año de institucionalización.
Otra cuestión que debería considerarse es el hecho de que muchos de los niños procedentes de adopción internacional son fruto de embarazos no controlados médicamente y de partos prematuros. Cuestión ésta que podría explicar también los retrasos madurativos que se presentan en las distintas esferas del desarrollo. Se sabe que los niños prematuros tardan unos 3 años en alcanzar el desarrollo que le correspondería si hubieran nacido a término.
Si a todo ello agregamos que la entrada en familia implica un cambio radical en la vida de todo niño, nos daremos cuenta que no puede ser dejado de lado todo este mundo no siempre visible que afecta a su identidad y a todos sus vínculos. La inmersión en otra lengua, un mundo nuevo, una manera de funcionamiento diferente, aún teniendo en cuenta todo el aporte de cariño que recibe por la inmersión familiar, necesita bastante tiempo para metabolizar la sucesión de cambios acontecidos en su vida. Esas primeras experiencias en familia marcarán las bases para la vinculación que establezca con sus padres. No es posible ser más precisos en cuanto al tiempo. Depende de cada niño y de cada familia. Lo que es cierto es que el tiempo, la dedicación y la presencia real de los padres sentarán los fundamentos de un buen encuentro familiar y serán los cimientos de una buena escolaridad.
Es bien sabido por profesores y pedagogos que existen una serie de factores que influyen en los resultados académicos de los niños: la clase social de los padres, el contexto cultural familiar, la cohesión familiar, el soporte social, el tipo de vinculación y apego y la seguridad afectiva que la familia provee, base de la autoestima.
Por todas estas razones esgrimidas sugerimos:
- Dado que los niños que llegan en Adopción Internacional tienen déficits madurativos, debemos pensar que su edad cronológica y madurativa no coincide.
- Antes de entrar en la escuela, necesitan estar como mínimo el tiempo que dura la baja maternal en contacto diario, íntimo y personal con sus padres. En ese período comenzará a conocer y confiar un poco en ellos, a moverse con libertad por la casa, a tener una rutina estable, a sentir el inicio de su lugar nuevo en ese contexto familiar, como un lugar “para siempre”. Estamos hablando de los inicios, los esbozos de un proceso que llevará bastante tiempo hasta lograr la seguridad interna y la confianza básica, que serán imprescindibles para enfrentarse a los procesos de aprendizaje.
- Si los niños tienen entre uno y dos años, sugerimos alargar lo posible la baja por maternidad y la reducción de jornada evitando, en lo posible, la incursión en la guardería. Si la madre tiene que regresar al trabajo, es preferible que lo cuide un familiar que desee hacerlo o contratar una persona de confianza que pueda permanecer con el niño en la casa y llevarlo al parque para que se relacione con otros niños. Es preferible que tenga la seguridad de su ambiente familiar el mayor tiempo posible. Otra posibilidad es que asista por las mañanas sólo unas horas y que coma en su casa durante todo el primer año.
- Entre los 2 y 4 años, luego de la baja maternal, si no es posible retrasar la entrada al colegio, aconsejamos inscribirlo en un curso inferior al que le corresponde por edad, para que se sienta más confiado en sí mismo y no el “tonto” de la clase. No dominará el idioma, no tendrá la misma capacidad de atención, por lo tanto se dispersará y en consecuencia todo ello podrá ocasionarle dificultades en la adquisición de los aprendizajes y en la relación con los compañeros. “Es preferible que se sienta cabeza de león que cola de ratón”. Entrar con buen pie a la escuela es fundamental para sentir gusto por el aprendizaje.
Esta recomendación es válida no sólo para los niños menores de 5 años, sino también la consideramos necesaria para niños en edad escolar que vienen en Adopción Internacional.
Según lo mencionado a lo largo de este escrito, consideramos importante tener en cuenta estas recomendaciones para evitar que a posteriori aparezcan dificultades que serán más difíciles de solucionar por haber empezado la escuela antes de tiempo y unas condiciones poco apropiadas para el niño:
- Anotarlos un curso por debajo del que le corresponde por edad dado que en general trae una serie de retrasos madurativos importantes. Además, ha de tenerse en cuenta que la incorporación suele producirse en cualquier momento del año, incluso cuando el curso lleva ya varios meses iniciado.
- Hacer una integración escolar gradual y no empezar de entrada con el turno completo ni quedarse a comer en el comedor escolar.
- El objetivo de ese primer año es que aprenda normas de convivencia, se familiarice con el idioma y haga por lo menos un amigo para que no esté solo en los patios. Priorizando en esta primera etapa su desempeño social y no sus competencias curriculares.
En consecuencia, si se siente seguro en su lugar familiar, tendrá más recursos personales para enfrentarse al nuevo entorno escolar y para responder adecuadamente a los desafíos que se le plantean. Poco a poco se recuperará y sentirá más energía para avanzar en los aprendizajes.
A modo de conclusión, nos parece importante destacar que el aprendizaje infantil es una cuestión mucho más compleja que la puesta en marcha de determinadas capacidades cognitivas. A toda edad, con cualquier niño es conveniente saber que:
- Necesitan experimentar placer aprendiendo porque ello inyecta energía y deseo de saber.
- La tolerancia y flexibilidad de los padres con las dificultades escolares son fundamentales para mejorar en la escuela.
- La sensibilidad que el profesorado tenga hacía las condiciones particulares de cada niño, sin duda, ayudarán a que éste transite la escuela con más alegría y menos sufrimiento. En nuestro criterio, no se toma suficientemente en cuenta que muchos niños pasan gran parte del día sintiendo angustia y temores por no alcanzar las metas y sufriendo por ello. Es también en esos sentimientos en los que debemos pensar cuando hay problemas de aprendizaje.
Beatriz Salzberg
Barcelona, Enero de 2012