Dado que ya hemos realizado esta actividad en distintas sedes de Créixer Junts y que en Barcelona la hemos vuelto a repetir el pasado 31 de mayo, haremos una pequeña reseña sobre esta experiencia.
La proyección del documental FirstPlural Person (traducida al castellano como “Yo, la adoptada”) permitió
a los padres conectar emocionalmente, desde el corazón, con la vivencia de esta
mujer coreana que fue adoptada por una familia en los EEUU cuando tenía 5 años.
El documental es muy sugerente y
transmite con sensibilidad el difícil proceso de trabajo sobre la parte más primaria
de toda adopción, la vida del niño con su familia biológica o en el
orfanato. Se expone muy bien la tarea
que la protagonista realizó de “viaje interior a sus orígenes”, para recuperar
trozos de sus historia que parecían olvidados. Este trabajo personal le
permitió a posteriori integrar los
distintos hilos de su vida, que se habían “borrado” (aparentemente) al inicio la
convivencia.
En nuestra experiencia, en toda
adopción hay tres componentes: familia biológica, familia adoptiva y el niño
con su historia de vida completa, desde que nació. El trabajo que todo adoptado
debe realizar, y se deja entrever bien en el documental, es el de integración de
toda su vida, desde el inicio hasta la adultez, y de sus dos familias. Ese
trabajo requiere de la colaboración de la familia adoptiva para poderlo vivir
sin culpa o sin sentir que debe elegir entre una u otra, hasta poder integrar
las distintas piezas del puzzle de su vida dentro de su cabeza y asumirlas como
las diferentes marcas que conforman su identidad.
El diálogo sobre los orígenes es
necesario y lo que pone de manifiesto la película es que si la niña no
preguntaba, los padres no hablaban, creían que ella no tenía interés en hacerlo
y por tanto la protagonista quedaba a solas con sus interrogantes. Cuando
comenzó a plantearse abierta y profundamente el tema de su origen, fue cuando
se fue a vivir sola. Es lo que ocurre cuando las personas adoptadas sienten que
no pueden compatibilizar la unión a la familia adoptiva con el deseo de
búsqueda de sus orígenes. No se muestra claramente en el documental, pero
creemos que se da a entender que este camino donde coexistieron sentimientos de
zozobra, soledad, duelo, tristeza e incluso la vuelta de los recuerdos asociados
a mucha angustia, fue procesado con el acompañamiento de un trabajo
terapéutico.
Los padres, visiblemente
emocionados, conectaron con el proceso adoptivo, con sus propias vivencias como
padres, con lo que sienten sus hijos desde su entrada en la familia, con la
importancia de poder hablar con ellos sobre sus emociones, de entender la
complejidad de lo vivido y acompañarlos en este camino. Quedó explicitada la
necesidad de estar cerca de ellos y no sentir miedo a abordar conjuntamente las
cuestiones dolorosas de su historia anterior a la entrada en familia. Como se
señala en este documental si los hijos no toman la iniciativa, muchas veces los
padres se escudan en no hacerlo. Es un error muy extendido, junto a otro, también
común: “mejor no remover el pasado doloroso y olvidar”.
Como sucede con nuestros niños,
en los primeros años de adaptación, su historia original primaria pasa al “fondo”
y se convierte en “figura” el presente. Ese olvido nunca es permanente. Los
recuerdos vuelven en especial a partir de los años escolares y con más fuerza en
la adolescencia. A
veces cursan con tristeza, soledad, dificultades para compartir ese sufrimiento
con la familia y, como se deduce en la película, con la necesidad de un trabajo
psico-terapéutico.
Finalmente, cuando ya es adulta, organiza
el primer viaje sola a su tierra natal y se reencuentra por primera vez con su
familia coreana. Años más tarde, lo hace
acompañada de sus padres adoptivos.
En este último viaje, de una
fuerte carga emocional para todos los participantes, la protagonista pudo
reunir a sus dos familias en un mismo espacio, lo que llevaba mucho tiempo
sucediendo en su cabeza. Gracias a esta “integración física”, pudo producirse
una integración psíquica y así cada familia ocupó su lugar. Pudo pacificarse con
ambas, tanto que, según se explica en el documental, no necesitó volver a Corea
nunca más.
Como señalábamos al comienzo, ambas
familias son muy sensibles, lo que se observa en el encuentro de ambas madres,
donde dicen cosas muy importantes, pues las dos ayudan a la protagonista a
juntar su historia dentro de ella y tener paz interior en su nueva vida de mujer
casada y madre.
Por último, nos gustaría hacer
una mención al título original de la película, First Plural Person, que
ha perdido su significado con la traducción al castellano. Como muy bien
indica, a veces en la historia del niño adoptado se favorece la disociación
dicotomizando la historia original y sus referentes identitarios primarios, cuando
lo que es necesario para un buen ajuste
psicólogico es la condición de integrar la complejidad de su historia en una
sola identidad.
Verónica Reyes
Barcelona, 12 de junio
de 2014