El artículo que está en la web que he
titulado “El SAF la piedra filosofal de la adopción y una etiqueta más” no
pretende negar los efectos del alcohol, ni de ninguna enfermedad orgánica
que pueda padecer un niño adoptado. Tampoco suponer que todo lo que le pase en
su desarrollo sea responsabilidad de sus padres. Si se ha entendido así,
probablemente no me expresé con claridad.
El objetivo del mismo era transmitir una
comprensión más integral de los factores que intervienen en la crianza de un
hijo. Como en toda relación padres / hijos debemos considerar:
Las capacidades del niño, las condiciones de
su crianza, las secuelas del abandono que pudieron haber quedado y se pueden
reparar; las que han dejado un residuo y no pueden superarse, los límites
marcados por su salud física, y los recursos necesarios que ofrece la red
social de asistencia que puede ayudar a superarlos.
También incidir en que las etiquetas
estigmatizan y no permiten resolver los trastornos ni las dificultades de los
niños. Sí lo facilita el análisis de las causas de su padecimiento y el
acompañamiento a los padres para que puedan entender y contener emocionalmente
a sus hijos. Ningún diagnóstico, ni el del SAF, ni ningún otro, puede por sí
mismo explicar todo lo que le pasa a un niño. Tampoco todo lo que le suceda
tiene que ver con su condición de adoptado. Si nombrando una causa, con ello
explicamos todas las variables de una vida, es posible que no lo podamos ayudar
a entender todo lo que le ocurre y lo dejemos a solas con su fragilidad
emocional. Cuando hacemos un diagnóstico de un niño tratamos de considerar los
factores biológicos, psicológicos y sociales en juego en cada caso.
El escrito que puse el día en que se
conmemora la Salud Mental en el mundo, ayuda a esclarecer mi posición.
Beatriz Salzberg
17/10/16