lunes, 4 de octubre de 2010

A RITMO DE SENEGAL 2


Tras la sequía, siempre llegan las lluvias. A veces llegan antes, otras después. Pero siempre llegan para el espíritu perseverante. Con su llegada renace la vida en todo su esplendor. Y con ella la esperanza. Sin embargo, como dice el refrán, nunca llueve a gusto de todos… A veces llueve demasiado, otras no lo suficiente.

En la segunda quincena de septiembre, en plena temporada de lluvias con un paisaje tan verde y resplandeciente como pródigo también de los temidos mosquitos, Carmen Cano, la Directora de CREIXER JUNTS, Begoña Ramos, asidua colaboradora de la Fundación y el que suscribe, junto a Amadou, nuestro representante local, nos desplazamos a Tambacounda para acompañar a tres estupendas familias.

El objetivo del viaje estaba claro. Se trataba básicamente de realizar las entrevistas que los de Protección de Menores debían de hacer a nuestras familias a instancias del Presidente del Tribunal Regional. Una vez allí, se intentaría avanzar todo lo posible por la fronda administrativa y judicial que impera en este país, intentando que tanto la presencia física de los demandantes como la puesta en evidencia del bien que supondría su adopción para los menores ayudasen a sacar del ralentí los lentos procesos que aun restaban por acometer.



Por lo que respecta a las condiciones del viaje debemos de felicitar ante todo la gran entereza, la total predisposición a aceptarlas y la tolerancia a las adversidades que han mostrado estas tres maravillosas familias. La lejanía no solo en distancia sino sobre todo en hábitos y niveles de vida, las comodidades encontradas en las instalaciones hoteleras, en los transportes internos así como las condiciones meteorológicas,- todas ellas asaz africanas-, exigían un espíritu deportivo y abierto que solo puede provenir del absoluto convencimiento en el proyecto adoptivo y de una generosidad de miras que raramente hemos encontrado en otras latitudes. Estamos adoptando en África y así lo entendieron y así lo asumieron, sin dejar de confiar en nosotros en todo momento. Comprendieron que África, con todas sus virtudes y contingencias, es omnipresente y que se mueve a su propio ritmo y con sus propias normas. Exige capacidad de resistencia, perseverancia, paciencia y generosidad. Sin asumir esta ley de oro, el que quiera transitar por estas remotas tierras, tanto el viajero como el adoptante, tendrán probablemente una visión que les impida disfrutar de uno de los momentos más memorables de sus vidas.

Una vez sobre el terreno, logramos felizmente aligerar al ritmo africano y acompasarlo al son de nuestros anhelos, por lo que en cuatro días obtuvimos algo, a priori, casi inalcanzable: Contagiar nuestras ganas haciendo que los de Protección de Menores hicieran sus respectivas entrevistas a las familias, que redactaran el informe de unas 7 páginas con medios precarios y con persistentes cortes de luz, que lo depositaran en el Tribunal, que el Presidente del Tribunal solicitara al Juez de Menores la documentación de los menores demandados y la recibiera del mismo, y lo que era lo más importante, su compromiso de que una vez llegase el informe del Fiscal citaría en audiencia a las familias en un máximo de 48 horas. Todo un record continental de velocidad. Previamente habíamos incluso retrasado la fecha del viaje en unas semanas para que coincidieran todos los agentes implicados una vez concluidas sus respectivas vacaciones. Todo indicaba un feliz cambio de ritmo, máxime cuando sabíamos que el informe del fiscal se reduce a un “no hay objeciones a esta demanda”. Sin embargo, tuvimos que volver a la normalidad local y una tromba de agua tropical cayó sobre nosotros aplazando nuestros deseos y anegando nuestras esperanzas: El fiscal habría de ser trasladado en comisión de servicio marchándose un par de días después sin haber despejado su mesa ni remitido por escrito su falta de objeciones a nuestras demandas, y dejando al Tribunal tan paralizado como a nosotros. Preguntado por la llegada del sustituto del fiscal, el Presidente del Tribunal nos aconsejó sensatamente que volviéramos a nuestro país: Su juzgado se había parado. Otra vez el ritmo de Senegal nos exigía paciencia, tolerancia y comprensión.

Por otro lado, y esto atañe directamente a todas aquellas familias que están a la espera de su ansiada asignación, también acordamos con el Presidente del Tribunal la posibilidad de que un funcionario del AEMO (Protección de Menores) se desplace a España con el fin de realizar las próximas entrevistas. Intentaremos organizar este viaje de tal forma que, una vez en nuestro país, realice el mayor número posible de ellas, anticipándonos así incluso a las preasignaciones. Con este sistema conseguiríamos que cuando estas llegasen ya estuviese preparada esta importante pieza del expediente de adopción. Además, esto supondría de facto el ahorro efectivo de un viaje hasta Tambacounda y la ventaja añadida de que la repercusión de los costes del viaje del funcionario sería a repartir entre tantas familias como entrevistas hiciera.
Mientras duraba todo este proceso y conseguíamos este posible acuerdo que facilitará bastante las cosas a los que quedan por viajar, nuestras tres familias pudieron finalmente conocer a los que serán sus hijos. Unos niños estupendos, guapísimos y cariñosos que nos trasladaron a todos, a decir de una de estas familias, “a unos de esos momentos tan especiales que ni en el mejor de los sueños hubiésemos podido imaginar“. Pudieron asimismo conocer a nuestros amigos de Tambacounda, entre otros a las encargadas de la Pouponiere, al marabú de Makacoulibantang con el que compartimos almuerzo, al siempre servicial y sonriente Philip que también nos ofreció un estupendo cuscús y al que ayudamos en la medida de nuestras posibilidades a sacar para adelante su modesto proyecto agrícola. Al Gobernador, siempre sensible hacia nuestra labor, incluso al famoso tractor azul, que no amarillo, que nuestra Fundación ha donado para mejorar las paupérrimas condiciones de vida de estas gentes y por extensión ayudar a la infancia necesitada que siempre le viene asociada.

No solo jugaron con los niños, les dieron de comer, les cambiaron los pañales sino que nuestros padres colgaron cortinas, trasladaron neveras y hasta reorganizaron un huerto, amén de conocer la estupenda labor de Aldeas Infantiles en Kaolack. Sí. Fue un viaje muy provechoso. Todo ello ha supuesto, estamos convencidos, que nuestras familias no solo se identificasen plenamente con los niños, sino que también se involucrasen generosamente y de todo corazón con la singular y a veces desesperante realidad de la tierra que vio nacer a sus hijos. Y eso es magnífico, es lo mejor que les puede pasar a unas familias adoptivas y a sus hijos. Y eso vale para cualquier latitud y continente.

Tenemos el convencimiento de que este viaje ha servido de mucho, de que hemos dado un paso imprescindible, de que se han disipado felizmente todas las reticencias iniciales, de que tenemos a todas las fuerzas vivas de Tambacounda apoyando nuestra labor. De que proseguimos en nuestro intento de allanar el camino a los que faltan por venir y que con su presencia los adoptantes no solo han demostrado su innegable interés por adoptar a unos niños senegaleses de incierto futuro, sino también su demostrada idoneidad no solo ante la Administración senegalesa, lo que sin duda facilitará las cosas a los que les sucedan, sino también ante todo el equipo de Creixer Junts.

Solo nos queda esperar que lleguen pronto nuevas preasignaciones, que el Tribunal recupere al ministerio fiscal y que él Juez tenga a bien el citarnos rápidamente para rehacer las maletas, que dé finalmente su aprobación a nuestras demandas y regresar para ir a recoger a aquellos que con tanto pesar las circunstancias nos han obligado a dejar allá.

Volveremos, eso es seguro. Pronto, Inshalá.
Manguidem Tamba. (Hasta pronto Tambacounda)
Manguidem Alfa, Fatou, Mustapha y Serigne.
Manguidem familias de Senegal.

Fernando Diago.
Coordinador Internacional de CREIXER JUNTS.
A cuatro de octubre de 2010