jueves, 10 de marzo de 2011

TIERRAS DE ORIGEN 6. VIETNAM: FRASES PARA LA HISTORIA

Sería del todo aventurado pretender resumir en unas cuantas frases célebres la Historia de un país. Sin embargo, la civilización oriental nos tiene acostumbrados a transmitir su sabiduría mediante hermosas metáforas repletas de Naturaleza y de animales simbólicos cuyo trasfondo didáctico a nadie se le escapa. Son manifestaciones de las propias contradicciones y dualidades que como el yin y el yang ejemplifican perfectamente una idiosincrasia muy diferente a la nuestra: Belleza y brutalidad. Placer y sufrimiento. Paraíso e infierno. Estas poéticas metáforas de la contradicción llegan a todos los ámbitos sociales, especialmente en las arengas y discursos políticos. Son la mejor expresión de la voz del pueblo.


Esta dualidad antagónica de su cultura en absoluto es extraña a la realidad de este país, una de nuestras TIERRAS DE ORIGEN: Quien piense en Vietnam como en un hermoso y tranquilo país, con sus gentes amables, sus enormes ríos y su accidentado paisaje siempre verde y sugerente, le costará entender que bajo esta apariencia casi paradisiaca hayan acontecido sucesos históricos extremadamente cruentos y que a pesar de su cercanía, pues solo media una generación, algunos de los más recientes pueden ser calificados de apocalípticos porque parte de las secuelas de aquellos horrores genocidas todavía perduran entre nosotros.


Por ello creemos conveniente decir que todos aquellos que tengan o vayan a tener a Vietnam como TIERRA DE ORIGEN de sus hijos, tienen el deber de, al menos, conocer algo de la Historia de este país. Especialmente de aquellas gestas que han definido el carácter de este pueblo a la vez tranquilo y trabajador pero implacable con los enemigos de su forma de ser y de sus principios: La Historia de Vietnam está plagada de momentos épicos y de sufrimientos colectivos que encarnan un espíritu indomable que se fue forjando bajo una aparente fragilidad física. De esta forma, asimismo todo aquel que trate con vietnamitas tendrá con estas líneas un pequeño referente para conocerles mejor y saber lo astutos y pacientes pero también difíciles, irreductibles y correosos que pueden llegar a resultar sin dejar nunca de ser amables, sonrientes y educados. Mentalidad combativa y espíritu taimado que les ha llevado a ser el único país que ha vencido,- más por desgaste, disuasión y agotamiento que por un hecho bélico definitivo-, a tres de los cinco miembros del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas: Francia, China y Estados Unidos.

Ya no es simple curiosidad intelectual o un deber ético: Creo que tanto a las familias que vayan a adoptar en Vietnam como a los que les tratamos habitualmente nos conviene conocer mejor su particular y compleja idiosincrasia.

Como no es este el lugar para desarrollar, tal como se merece, ni un análisis de su mentalidad colectiva ni el azaroso transcurrir de la Historia de Vietnam, nos conformaremos en esta ocasión con intentar acercarnos brevemente a los dos momentos históricos más determinantes y a los rasgos elementales de su identidad por medio de algunas citas alegóricas de sus dos líderes más carismáticos: Tràng Hung Dao y Ho Chi Minh.

Estas alocuciones se verán asimismo contextualizadas con aportaciones históricas y reseñas socioeconómicas que se corresponden con los dos episodios más difíciles de su ya de por si ardua existencia y que reflejan perfectamente la particular forma de ser del pueblo vietnamita: La invasión mongol del Siglo XIII y la Lucha por la Independencia contra Francia que desembocó en la denominada “Guerra Americana” a decir de los propios vietnamitas.


Finalmente para aquellos que, como yo, consideren que es una necesidad ineludible conocer, por poco que sea, la Historia y su Historia, y sientan curiosidad por saber las causas que desembocaron en la Guerra de Vietnam, les facilito una breve relación bibliográfica que pudiera orientarles sobre los últimos conflictos acaecidos en esta sufrida TIERRA DE ORIGEN, por si alguno estuviera interesado en profundizar sobre tan interesante tema. El cual constituye de por sí y sin lugar a dudas una fuente de elementos de juicio muy útiles para entender otros terribles sucesos que acontecen hoy en día en otras partes del mundo sin aparente solución de continuidad.


Marzo de 2011


1. EL ESPIRITU DEL GUSANO


En la oscuridad más profunda del Medievo oriental, mucho antes de otros terribles sucesos por los que Vietnam se diera tristemente a conocer, allá por la segunda mitad del siglo XIII, el Gran Hermano del Norte volvió a despertar:

Los sucesores de Gengis Khan habían cruzado la inmensidad del territorio chino y se presentaron con un poderosísimo ejército mongol de no menos de 400.000 jinetes a las puertas de la capital de Viet Nam. Apenas dos siglos atrás, los vietnamitas habían reconquistado su tierra tras mil años de encarnizadas luchas con sus vecinos del Norte. Se conocían bien. Pero esta vez no eran los chinos. Eran bárbaros, de Mongolia. Y ante la descomunal diferencia material y numérica, el Emperador pensó que una rápida rendición evitaría mayores sufrimientos a su pueblo. Pero el General Tràn Hung Dao le cortó de raíz sus intenciones con la siguiente frase que, además de formar parte destacada de la Historia del pueblo vietnamita, define a la perfección su carácter irreductible a la par que respetuoso:

“Córteme la cabeza primero y ríndase después”.

Con gran astucia, sacrificio y paciencia Tràn Hung Dao llevó al ejército mongol a un terreno que no le era propicio, logrando, tras duro batallar, una épica victoria para el Pueblo del Sur (Viet Nam).

Años más tarde, cuando el viejo militar estaba al final de su vida, el Emperador le preguntó: ¿Y qué hacemos si vuelven? A lo que este le contestó con enorme sabiduría oriental:

“El enemigo confía en el número. Combatir lo numeroso con lo poco, tal es nuestro arte. Cuando el enemigo avanza con gran fragor como el fuego y el viento, es fácil vencerlo. Más si nuestros enemigos usan de la paciencia como el gusano de seda que roe la hoja de la morera, si procede sin prisa, sin despojar a la población, sin buscar una victoria rápida, entonces tendremos un problema. Necesitaremos a los mejores generales, elaborar tácticas tan elaboradas como las del ajedrez, mantener el ejército unido por un mismo ideal y sobre todo, tratar al pueblo con humanidad a fin de garantizar profundas raíces y una base sólida y duradera”


Tràn Hung Dao. Finales del Siglo XIII.



2. RIOS Y MONTAÑAS, INSECTOS Y ELEFANTES.

A mediados del Siglo XX la situación era del todo explosiva. En 1954, con la derrota francesa en el enclave montañoso de Diem Bien Phu y tras los acuerdos de Ginebra, Vietnam se había dividido en dos. La Independencia no pudo calmar las ansias revolucionarias. El país, largo y estrecho, se había partido por la mitad. Pero el Norte difícilmente podía sobrevivir sin el granero que suponía el Delta del Mekong, abajo, en el Sur: Necesitaba la reunificación. Y con los americanos, que acudieron para mantener separado al país en dos y así tener aislados a los comunistas en el Norte, llegó de nuevo otro enemigo que avanzaba con gran fragor como el fuego y el viento, en una escalada militar que estallaría mediáticamente en 1965 y en la cual llegaron a tener a 650.000 hombres desplegados en el territorio vietnamita, como si de un elefante en una cacharrería se tratara...




En medio de ese avispero monumental, con una poderosísima fuerza militar extranjera ocupando buena parte de su país, Ho Chi Minh, apodo que significa “El que Ilumina”, pronunció sus más conocidas arengas bajo simples y bellas formas poéticas:




“Mientras existan ríos y montañas, mientras queden hombres, vencido el agresor, construiremos un Vietnam diez veces más hermoso".


"Por cada diez de los nuestros que matéis, nosotros mataremos solo a uno de los vuestros. Pero al final vosotros os cansaréis antes".


Pero, ¿Qué condujo a Ho Chi Minh a emular al general Tràng Hung Dao con estas frases numantinas? ¿Qué terrible motivación llevó a este pueblo a seguirle en el sacrificio suicida que le demandaba su líder?

Las causas del larguísimo conflicto acaecido en Vietnam entre 1945 y 1975 son complejas y proceden de múltiples orígenes. Porque en realidad se solaparon una guerra civil con una de independencia y posteriormente con una espectacular y dramática internacionalización al entrar los americanos en escena.

Sin embargo, para entender mejor los hechos que desembocaron en la situación histórica actual,- la cual vendría a su vez definida por la derrota de la intervención americana y la reunificación del país bajo un partido comunista único-, debemos de buscar sus orígenes en la interacción de estas tres causas:

Las consecuencias sociales derivadas del desarrollo agrario de la etapa colonial francesa previa al conflicto.

La interactuación sobre el escenario vietnamita de los componentes más determinantes del conflictivo panorama internacional salido de la II Guerra Mundial, la Guerra Fría y los decisivos factores chino y soviético.

La singularidad del sistema americano, sus mecanismos de hegemonía, su neokeynesianismo armamentista, sus conflictos internos y su forma de entender la política cuyo exponentes más claros fueron las nuevas formulaciones de la clásica “Teoría del Enemigo Necesario”,- la llamada “Doctrina Kissinger de la credibilidad” y la “Esencia de la Seguridad Nacional” de McNamara-, mediante las cuales había que dar “lecciones” a todo aquel que se desviara del “camino” con el fin de que rusos y chinos tomaran buena nota de quien era quien en el panorama internacional.

Sin un análisis que contemple la conjunción de estos tres ámbitos, difícilmente entenderemos algo de esta guerra. La reduciríamos a lo que nunca fue y que muchas versiones interesadas nos han querido hacer ver: La cruzada altruista por unas libertades frente a la amenaza totalitarista. Hablamos de la llamada “teoría del dominó”.

Siendo la primera causa la más desconocida de las tres y sin embargo la que determinaría las bases sociales que hicieron estallar el conflicto, nos centraremos exclusivamente en ella dejando a las otras dos para mejor ocasión:

La larga presencia colonial francesa en Indochina y su llamada “misión civilizadora” habían aportado importantes elementos de la cultura occidental. Pero también la propia y desigual mecánica económica del colonialismo habría supuesto igualmente unos cambios en las estructuras agrarias y sociales que serían determinantes en la Historia reciente de Vietnam.


Francia, desde los comienzos de su presencia en Indochina, comenzó a reclamar vorazmente materias primas. Para ello se alió a la antigua aristocracia agraria vietnamita buscando en su viejo aparato feudal un medio de control y un eficaz sistema recaudatorio. Sin embargo, muchas familias de la antigua nobleza estaban divididas sobre el apoyo o el rechazo al modelo colonial. En realidad, el movimiento independentista nació entre los hijos de los mandarines y de algunos grandes propietarios.

A principios del siglo XX dos hechos supusieron unos cambios fundamentales en el proceso de reestructuración social que desencadenaron los franceses: La roturación de nuevas tierras que se repartirían entre colonos franceses y la vieja nobleza terrateniente afín al régimen colonial y, muy especialmente, la desamortización de las tierras comunales:

En un país eminentemente agrícola, las numerosas tierras comunales que tradicionalmente se repartían de forma más o menos justa y aleatoria entre la comunidad,- a las que a comienzos del siglo XX tenían acceso cerca del 90% del campesinado-, comenzaron también a caer en manos de los notables más influyentes, siempre bajo el visto bueno de la administración francesa. El uso tradicional por parte del campesinado de esa gran cantidad de tierras comunales era realmente lo que le proporcionaba la posibilidad, no solo de subsistir sino de crear un pequeño excedente que le permitiera salir al mercado. Era el mecanismo natural de conseguir un mínimo valor añadido sobre el umbral de subsistencia que generaba la economía del modesto terruño familiar.

Con esta política colonial de desamortizar y dar nuevos usos privados a las antiguas tierras comunales se produjo una rapidísima y extremadamente desigual concentración parcelaria cuyas consecuencias se verían agravadas por la crisis económica de 1929.

Sin embargo, la rápida aparición de grandes haciendas vietnamitas no supuso cambio cualitativo alguno a lo que a técnica y productividad agrarias se refiere: Se seguía produciendo a partir de un esforzado campesinado compuesto mayoritariamente de arrieros, no haciendo necesarias costosas inversiones tecnológicas ni mecanización alguna de las tareas agrarias.


Así, a mediados de siglo XX, Vietnam alcanzaba un dramático 90 % de población rural sin posesión de tierra, cuando cincuenta años antes la práctica totalidad de la población poseía alguna extensión de tierra por pequeña que fuera. El rápido proceso de concentración de tierras dejó sin ubicación en el mercado a los agricultores que tradicionalmente poseían extensiones pequeñas o medias de tierra. Estos, abocados a vender el poco terreno que tenían y a pedir una parcela en arriendo a los colonos franceses y a los nuevos propietarios de las tierras otrora comunales, padecerían luego de unos arrendamientos excesivamente altos que les conducirían a una situación de extrema dependencia y precariedad económicas.

La perversión del sistema radicaba en que la finalidad última de los nuevos propietarios no era la producción agraria en sí misma, sino acaparar cada vez más tierras para arrendarla a un número cada vez mayor de los que no la tenían o habían perdido el derecho a usarla. Y eso solo se conseguía llevándose bien con los franceses.

Al mismo tiempo, el campesino arrendatario tenía que pagar por medio de los nobles y mandarines unos elevados impuestos a la administración colonial francesa. La voracidad recaudatoria ocasionó grandes dificultades para pagar estos tributos, a lo que la administración francesa respondería con una dureza extrema. Hasta el punto que en los veinte últimos años de colonialismo se invirtiera más en cárceles que en escuelas. Era la “mission civilisatrice” en estado terminal sostenida por la vieja nobleza. Esta, se iba haciendo cada vez más adepta al régimen colonial,- llegando incluso a convertirse masivamente al catolicismo en un país en donde el mundo rural seguía fiel a sus religiones orientales-, además de manejar también una masa monetaria cada vez más significativa que reinvertía en Francia y se alejaba cada vez más de los cambios e innovaciones de cualquier tipo que necesitaba el país.

Se produjo de esta forma una paulatina, peligrosa y disgregadora estratificación social que desembocaría en la fusión de los intereses independentistas con los revolucionarios. Porque la desamortización de las tierras comunales, lejos de favorecer a los pequeños propietarios supuso un enorme impacto cualitativo en la composición social de la propiedad agraria. Con ella la vieja aristocracia vietnamita pasó a convertirse en una incipiente burguesía financiera. Pero sus ganancias no fueron destinadas a la creación de un mínimo tejido industrial que absorbiera la mano de obra campesina excedente, puesto que normalmente revertían en la metrópoli. Se frustraba así el desarrollo económico y el paso de una economía agraria a un desarrollo industrial según el “modelo occidental”.

En todo este marco de desarrollo desigual de la propiedad colonial, no sería hasta 1925 que comenzaron a aparecer las primeras discrepancias políticas organizadas. Primero fueron dispersas. Y solían proceder de intelectuales formados en el extranjero.

Poco a poco, se establecieron los primeros principios revolucionarios para intentar solventar la situación agobiante de una gran mayoría de la población que, entre cánones de arrendamiento e impuestos, apenas tenía ya capacidad de subsistencia.

De ese caldo de cultivo formado por las tensiones generadas por los cambios en la estructura de la propiedad agraria propiciada por el colonialismo francés tardío, se fue formando y nutriendo el Partido Comunista Indochino. Este comenzaba reclutando a gente bien formada, incluso hijos de terratenientes o mandarines como el propio Ho Chi Minh, que pretendían acabar con el viejo orden feudal y colonial promulgando la lucha contra el imperialismo francés mediante la independencia y contra este “neo feudalismo colonial” reclamando tierra para los campesinos. Paulatinamente logró hacer entender a buena parte de la población,- mayoritariamente rural-, que su precaria situación respecto a los nuevos propietarios mejoraría con la liberación nacional frente a los franceses.

La famosa crisis del 29 puso de manifiesto la debilidad de las estructuras coloniales francesas acentuando significativamente la pobreza generalizada de la población como no había padecido en los últimos 75 años. Creó realmente las condiciones adecuadas para los cambios sociopolíticos que la izquierda revolucionaria deseaba que se produjeran y que finalmente hubieron de producirse.


Durante los años treinta, Francia, inmersa en una crisis sin precedentes, gobernada por el Frente Popular, buscaba paradójicamente compensar sus pérdidas en la metrópoli incrementando la explotación colonial en Indochina, mientras que su administración colonial era cada vez más represiva con las reivindicaciones populares que procedían de la izquierda vietnamita y que, curiosamente, se había formado en sus propias universidades francesas. A todas estas contradicciones habría que sumarle la parcial invasión japonesa y el pacto franco-nipón con la administración de Vichy, ya en plena guerra mundial, que acabaría por exacerbar los ánimos, ya calientes, de los nacionalistas vietnamitas.

La oposición a los franceses se vio también alimentada por una bajada generalizada del precio internacional del arroz. A pesar de las hambrunas la voraz administración colonial no respondió con la correspondiente bajada de impuestos. Ni los propietarios bajando los cánones a los arrieros, tal como sensatamente habían hecho en ocasiones anteriores los viejos señores feudales bien aconsejados por los mandarines.

La suma de estos elementos supondría el mejor espaldarazo al Partido Comunista de Indochina. Ya no era simple ideología revolucionaria. Supusieron la gota que colmaba el vaso. Era la toma de conciencia colectiva de que solo mediante la independencia se podría poner fin a este largo e incesante cúmulo de injustas sinrazones propiciadas por el sistema colonial. Así, poco a poco, una mayoría del campesinado, que por las diferencias en educación y origen inicialmente recelaba de los intelectuales izquierdistas, fue comprendiendo y haciendo suyos los principios fundacionales del Partido Comunista que aunaba en uno solo dos objetivos diferenciados: La independencia contra la metrópoli y el restablecimiento de una estructura de la propiedad agraria que, como la que hubo durante siglos, combinara propiedad privada con tierras comunales y permitiera de esta forma vivir a los campesinos.

En el fondo, los comunistas solo recogieron la fruta madura de un inmenso descontento colectivo.

Esta reorientación reivindicativa desembocaría, tras el paréntesis de la II Guerra Mundial, en lucha abierta contra Francia primero y contra los americanos después. Una larga guerra civil solapada en guerra de independencia primero y en conflicto internacional después, que duraría nada menos que treinta largos años: de 1945 a 1975.

Tras esta azarosa concatenación de acontecimientos sociales, inmerso en este colosal berenjenal histórico, enfrentado a una poderosísima fuerza militar extranjera, pero sabedor de la absoluta y determinada motivación de su pueblo, Ho Chi Minh pronunció su más conocida y premonitoria soflama nacionalista:


“Os reiréis si os digo que el insecto va a desafiar al elefante. Esperad. Mañana el elefante será destripado”


Nguyen Sinh Cung, alias Ho Chi Minh. 1890-1969.



Con gran astucia, sacrificio y aguante, tal como siglos antes lo había hecho el caudillo Tràng Hung Dao contra los mongoles, Ho Chi Minh sin prisa, sin despojar a la población, sin buscar una victoria rápida, combatiendo lo numeroso con lo poco, usando la paciencia como el gusano de la morera roe las hojas, con los mejores generales, con tácticas tan elaboradas como las del ajedrez y manteniendo al ejército y a su pueblo unido por un mismo ideal, condujo,- a pesar de fallecer antes de verlo-, al insecto a destripar al elefante…





Fernando Diago
Coordinador Internacional de CREIXER JUNTS
creixerj@creixerjunts.org Asunto: TIERRAS DE ORIGEN




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